CAROL GARCÍA
Coolhunter y periodista de moda en San Pablo, Brasil. Doctora en Comunicación y Semiótica, Pontificia Universidad Católica de San Pablo. Profesora titular de Comunicación de Moda en la Universidad Anhembi Morumbi (Brasil) y conferencista internacional. Desde 2009 es docente invitada en Universidad ORT Uruguay, para los programas en Visual Merchandising y Seminarios de Actualización Profesional en Modas.
En su conferencia, uno de los temas en los que Carol nos hace reflexionar es la ética y la identidad en la moda en un mundo globalizado donde se atraviesan fronteras y las cosas ocurren con una velocidad incontrolable, donde las nuevas generaciones buscan emocionarse y tomar decisiones al instante. Asocia el diseño y la moda al patrimonio cultural y nos habla del peligro de la pérdida de ética tomando “prestada” la identidad de otras culturas y usarla como “una cosa que simula otra”, apropiándose de elementos culturales y utilizándolos para su provecho económico borrando su origen o relativizándolo.
Un ejemplo que planteó de esto, es como Dior utilizaba diseños tradicionales de Rumania, realizados por un grupo de campesinas de Bihor, pueblo de ese país, y vendiéndolos a precios altísimos y figurando en las principales pasarelas sin brindar ningún reconocimiento ni retribución a sus verdaderas diseñadoras.
Esta situación fue denunciada por diversos medios, y artesanos y costureros de Bihor lanzaron posteriormente Bihor Couture, una línea de ropa para la venta de las prendas originales a un precio mucho más asequible que las de Dior.
Esta situación no es única de Dior, existen numerosos casos de apropiación cultural tal como se menciona en el artículo "Apropiación Cultural: ¿Dónde está el límite entre la inspiración y la ofensa?" de la portal It fashion.
"John Galliano lo perpetraba en 2003, todavía a la cabeza de Dior, con un desfile Spring Couture inspirado –de forma casi ofensiva– en China y Japón. Un año más tarde, también en primavera, decidía apropiarse de todo el simbolismo del Antiguo Egipto a modo de homenaje. Riccardo Tisci se servía de la estética de las cholas latinas para la colección A/W 2015 de Givenchy y subía a la pasarela el exotismo del pueblo bereber, en Marruecos, en otoño de 2009. Y Valentino y sus trenzas de espiga en el desfile S/S 2016 de la firma acabaron por enfurecer a muchos. Pero la lista es larga y crece a diario."
Esto nos lleva a cuestionarnos sobre los límites entre la inspiración, el plagio y la ofensa, un tema poco discutido y difícil de denunciar o demostrar. En términos legales la definición de apropiación cultural no existe y la inspiración en un estilo no se considera apropiación.
"Al igual que las ideas, los estilos no pueden ser objeto de derechos de propiedad industrial o intelectual, sin perjuicio de que existan consideraciones de otro orden respecto al aprovechamiento comercial de estilos desarrollados por comunidades étnicas con escasos recursos." It Fashion
En un artículo del portal El País, "la profesora de Derecho de la Universidad de California Naomi Roht-Arriaza explica las dificultades para tratar estos asuntos con las normativas de derechos de autor, pero recuerda que la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU de 2007 protege su propiedad intelectual. “Al menos hace falta consulta y consentimiento”, insiste. “La línea que separa la apropiación indebida y el homenaje o la inspiración es el consentimiento y la compartición de beneficios”, añade de manera tajante el también profesor de Derecho de la Universidad de Chile Salvador Millaleo, de origen mapuche."
Al no ser un tema protegido legalmente, queda en el marco de la ética de la industria de la moda a quienes su interés principal es la reducción de costos para lograr mayores ingresos. Creo que es importante lograr una mayor conciencia en la sociedad de lo que generan las grandes empresas multinacionales en lo que respecta a la violación de derechos (atribución cultural, explotación, responsabilidad medioambiental, etc). Me parece fundamental trabajar en la exigencia a nivel gubernamental e individual, políticas de responsabilidad social en las empresas de forma de asegurarnos respecto a lo que consumimos.
En relación a esta concientización, Carol nos menciona el proyecto “Fashion Revolution” que busca promover que las marcas sean más respetuosas y comiencen a transparentar sus procesos de fabricación. Es necesario ser conscientes de la incidencia y responsabilidad que tenemos de forma individual para lograr grandes cambios a partir de pequeñas acciones.
Por último, Carol nos plantea el concepto de Economía Circular a partir de generar nuevos diseños y productos a partir de otros que hayan finalizado su ciclo de vida. Rediseñarlos es mezclarlos de una nueva manera utilizando toda la creatividad posible. Este es el siglo XXI, más responsabilidad, más transparencia, más colaboración, más innovación.
Generar ideas, compartir y colaborar comunitariamente para luego, encontrar un mercado para esos residuos, los que son muy valiosos como potenciales insumos y devolverlos al mercado productivo, para empezar a cerrar ese círculo.
El modelo de producción actual está basado en un sistema económico que busca potenciar un consumo a corto plazo, generando residuos imposibles de gestionar y que está llevando al planeta a una situación insostenible, que se desmarca del ciclo de vida de la naturaleza y choca contra el desarrollo sostenible. El crecimiento, en la economía actual, implica mayor consumo y mayor descarte, lo que está siendo un problema mundial y muy especialmente un problema urbano. Los costos económicos y ambientales asociados son muy altos.
Surge entonces, en contraposición con esa Economía lineal, basada en producir, usar y tirar (reflejo de una época en la que los recursos, la energía y el crédito se creían ilimitados y fáciles de obtener), la Economía circular, en donde se proponen dinámicas a partir de la activación de ocho “ERRES": REducir, REpensar, REdiseñar, REutilizar, REparar, REfabricar, REdistribuir y REcuperar energía.
